Hay muchos que ansían instrucciones prácticas de Ocultismo; y, por lo tanto, es necesario dejar sentado de una vez para siempre:
1) La especial diferencia entre el Ocultismo teórico o Teosofía y el Ocultismo práctico o Ciencias Ocultas.
2) La índole de las dificultades que entraña el estudio del Ocultismo práctico.
Es muy fácil ser teósofo, pues puede serlo cualquiera de medianas facultades intelectuales, aficionado a la metafísica, de conducta pura e inegoísta, que mayormente se goza en prestar que en recibir auxilio, que siempre está dispuesto a privarse de su gusto en bien de los demás, y sea amante de la verdad, la bondad y la sabiduría en sí mismas y no por el provecho que prometan allegar.
Pero muy distinto es entrar en el sendero que conduce al conocimiento de lo que debe hacerse, discerniendo acertadamente entre el bien y el mal; y también conduce al hombre al punto en que le es posible hacer cuanto bien desea, sin ni siquiera a veces levantar en apariencia un dedo de la mano.
Además, hay un importante hecho que le conviene conocer al estudiante, y es la enorme y casi ilimitada responsabilidad asumida por el instructor en beneficio del discípulo.
Desde los gurús orientales hasta los pocos cabalistas de países occidentales que enseñan los rudimentos de la ciencia sagrada, ignorantes muchas veces del riesgo a que se exponen, todos los instructores están sujetos a la misma ley inviolable. En cuanto empiezan a enseñar de veras y confieren tal o cual poder o facultad a sus discípulos, sea de índole física, psíquica o mental, cargan sobre sus hombros todos los pecados del discípulo, ya de omisión, ya de comisión, que se refieren a las ciencias ocultas, hasta el momento en que el discípulo llega a Maestro, y es directamente responsable. Hay una mística y fatal ley religiosa que reverencian y observan los cristianos de la Iglesia griega, que tienen medio olvidada los de la romana y está absolutamente abolida entre los protestantes.
Data de los primeros días del Cristianismo, y es símbolo y expresión de aquella otra ley oculta a que antes nos referimos acerca de las relaciones entre Maestro y discípulo.
Consiste en que el padrino y la madrina de la criatura en las fuentes bautismales contraen parentesco espiritual entre sí y con su ahijado (1).
Los padrinos toman tácitamente sobre sí todos los pecados del ahijado (2) hasta que éste tiene uso de razón para conocer el bien y el mal, y es responsable de sus actos. Esto explica por qué los Maestros son tan escrupulosos, y por qué a los discípulos se les exigen siete años de prueba para demostrar su aptitud y adquirir las cualidades requeridas por la seguridad de Maestro y discípulo.
El Ocultismo no es magia. Resulta relativamente más fácil aprender las artimañas del hechizo y los procedimientos para valerse de las sutiles pero todavía materiales fuerzas de la naturaleza física, porque muy luego se despiertan las potencias del alma animal del hombre y prontamente se desarrollan las energías actualizadas por su amor, su odio y sus pasiones. Pero esto es magia negra o hechicería, pues únicamente del motivo depende que el ejercicio de una facultad sea maligno y negra magia o bien magia blanca y provechoso. Cuando en el actuante queda la más leve huella de egoísmo, no es posible utilizar las energías espirituales, porque la intención no es absolutamente sincera, y la energía espiritual se transmutará en psíquica, obrando en el plano astral con tal vez funestos resultados.
Las potencias y energías de la naturaleza animal, lo mismo puede utilizarlas el egoísta y vengativo, que el abnegado e indulgente. Las potencias y energías del espíritu sólo cederán al manejo de quien tenga perfectamente puro el corazón. Esto es magia divina.
Así pues, ¿qué condiciones se requieren para ser estudiante de la Sabiduría divina?
Porque conviene advertir que no es posible instrucción alguna sobre este punto a menos que durante los años de estudio se satisfagan y rigurosamente se cumplan determinadas condiciones. Éste es un requisito indispensable y sine qua non. Nadie sabrá nadar si no se arriesga en aguas profundas.
Ninguna ave puede volar antes que le crezcan las alas y disponga de espacio para moverlas y de valor para lanzarse al aire. Quien quiera manejar una espada de dos filos debe saber esgrimir a la perfección el florete para no herirse, o lo que es peor, dañar a otros al primer intento.
Todo instructor oriental posee "reglas privadas" con el objeto de facilitar con toda seguridad el estudio de la Sabiduría divina; y esto dará aproximada idea de las condiciones en que se ha de proseguir dicho estudio, para que la magia divina no se invierta en magia negra. Los pasajes siguientes están escogidos de entre gran número de ellos y se continúa su explicación entre paréntesis:
l) El lugar elegido para recibir instrucción debe ser tal, que no se distraiga la mente y esté lleno de objetos magnéticos de "estimuladora influencia". Entre otras cosas, han de estar reunidos en un círculo los cinco colores sagrados. El lugar debe hallarse libre de toda influencia maligna que se cierna en el ambiente.
[El lugar ha de servir exclusivamente para la instrucción, y apartado de propósito. Los “colores sagrados" son los matices del espectro, dispuestos en determinado orden, pues son muy magnéticos. Por "influencias malignas" se entiende toda perturbación, disputa, altercado, malos sentimientos, etc., que se imprimen inmediatamente en la luz astral, esto es, en la atmósfera del lugar y se difunden "por el aire". Esta primera condición parece a primera vista muy fácil de cumplir, pero bien considerada resulta una de las más difíciles de obtener.]
2) Antes que se le permita al discípulo estudiar "cara a cara", ha de adquirir conocimientos preliminares en una selecta compañía de otros discípulos legos
(upasakqs), cuyo número necesariamente debe ser impar.
[“Cara a cara" significa en este caso un estudio independiente o separado de los demás;
cuando el discípulo adquiere la instrucción cara a cara de sí mismo (su divino YO superior) o de su gurú. Entonces recibe cada cual su debida información según el uso que haya hecho del conocimiento recibido. Esto sólo puede acaecer al término del ciclo de instrucción.]
3) Antes que tú (el instructor) comuniques a tu lanú (discípulo) las buenas (santas) palabras del LAMRIN, o le permitas "disponerse" para Dubjed, debes tener cuidado de que su mente esté por completo purificada y en paz con todos, en especial con sus otros Yoes. De la contrario las palabras de Sabiduría y de la buena Ley se dispersarán arrastradas por los vientos. ["Lamrin" es un tratado de instrucciones prácticas escrito por Tson-kha-pa. Consta de dos partes: una, con fines eclesiásticos y exotéricos, y otra para uso esotérico. "Disponer" para Dubjed es preparar los objetos usados en la videncia, como espejos y cristales. Los "otros Yoes" se refieren a los condiscípulos. A menos que entre los estudiantes reine la mayor armonía, no será posible el éxito. El instructor ha de hacer la selección según las magnéticas y eléctricas naturalezas de los estudiantes, aproximando y ajustando con sumo cuidado los elementos positivo y negativo.]
4) Durante el estudio deben los upasakas mantenerse unidos como los dedos de la mano. Les enseñarás que todo cuanto perjudique a uno ha de perjudicar a los demás; y si lo que uno alegue no encuentra eco en el pecho de los demás, denotará que faltan las requeridas condiciones y será inútil seguir adelante.
[Difícilmente sucederá esto si la elección preliminar se hizo con los requisitos magnéticos. De otro modo, los discípulos, aunque parezcan aptos para recibir la verdad, habrán de esperar muchos años, a causa de su temperamento y de la imposibilidad que experimentan de ponerse en armonía con sus compañeros.]
5) El gurú debe armonizar a los condiscípulos como si fueran cuerdas de un laúd (vina), que, aunque cada una distinta de las demás, emiten concertados sonidos. Colectivamente constituyen un teclado que responde en todas sus partes al más ligero toque (el toque del Maestro). Así sus mentes se abrirán a las armonías de la Sabiduría, vibrando en modulaciones de conocimiento en todas y en cada una de ellas, con efectos placenteros para los dioses que presiden (ángeles tutelares o custodios) y provecho para el discípulo. También así quedará la Sabiduría por siempre impresa en sus corazones, sin que jamás se quebrante la armonía de la ley.
6) Quienes deseen adquirir el conocimiento que conduce a lo siddhis (poderes ocultos) han de renunciar a todas las vanidades del mundo y de la vida. (Aquí sigue la enumeración de los siddhis)
7) Nadie puede continuar siendo upasaka si se cree diferente de sus condiscípulos y superior a ellos diciendo: "Soy el más sabio", "Soy el más santo, y más grato al Maestro o a mi comunidad que mi hermano", etc. Los pensamientos del upasaka han de estar predominantemente fijos sobre su corazón, eliminando de él todo pensamiento hostil a cualquier ser viviente, y llenándolo del sentimiento de su unidad con los demás seres y con todo cuanto en la naturaleza existe. De lo contrario, no es posible el éxito.
8) Un.Lanú (discípulo) sólo ha de rehuir las influencias externas (las emanaciones magnéticas de las criaturas vivientes). Por lo tanto, aunque en unidad con todo en su interna naturaleza, ha de tener cuidado de apartar su cuerpo externo de toda influencia extraña. Nadie sino él ha de comer en su plato y beber en su vaso.
Debe evitar el contacto corporal (esto es, tocar o que lo toquen) con seres humanos o con animales.
[Ni siquiera se permite tener animales domésticos, como perros, gatos, canarios, etc., ni tampoco tocar ciertos árboles y plantas. El discípulo ha de vivir, por decirlo así, en su propia atmósfera, a fin de individualizarla con ocultistas propósitos].
9) La mente debe permanecer embotada para todo menos para las universales verdades de la naturaleza, so pena de que la "Doctrina del Corazón" se reduzca a la escueta "Doctrina del Ojo" (esto es, el vano ritualismo exotérico) .
10) El discípulo no debe tomar alimentos de índole animal, ni nada que tenga vida. Tampoco ha de beber vino ni licores, ni usar opio, pues todas estas cosas son como los espíritus malignos (lhamayin) que se aferran al incauto y devoran el entendimiento.
[El vino y los licores conservan y contienen el siniestro magnetismo de cuantas personas contribuyen a elaborarlos. La carne conserva las características psíquicas del animal de que procede.]
11) Los medios más eficaces de adquirir conocimiento y disponerse a recibir la sabiduría superior son la meditación, la abstinencia, el cumplimiento de los deberes morales, los pensamientos apacibles, las palabras amables, las buenas acciones y la benevolencia hacia todo, con entero olvido de sí mismo.
12) Únicamente por la observancia de las regIas anteriores puede esperar el lanú la adquisición, a su debido tiempo, de los siddhis de los arhates, cuyo desenvolvimiento lo conducirá gradualmente a la unidad con el Todo Universal.
Estos doce pasajes están entresacados de unas 73 reglas cuya enumeración resultaría inútil, porque ningún significado tendrían en Europa.
Sin embargo, por pocos que sean, bastan para indicar las inmensas dificultades con que en su sendero ha de tropezar el aspirante a upasaka, nacido y educado en países occidentales.(3)
Todos los métodos de educación en Occidente, y más todavía en Inglaterra, se apoyan en el principio de emulación y porfía. A cada educando se lo excita a aprender más rápidamente, adelantar a sus compañeros y sobrepujarlos en todo lo posible. Se cultiva asiduamente la equivocadamente llamada "rivalidad amistosa", y este mismo espíritu se alimenta y vigoriza en todas las modalidades de la vida. Con tales ideas, inculcadas desde su niñez, ¿ cómo puede relacionarse un occidental con sus discípulos "como lo están los dedos de la mano"? Además, aquellos condiscípulos no son de su. propia elecci6n, o escogidos por él, llevado de personal simpatía y estimación. Los escoge su instructor en muy distintos puntos, y quien desee ser estudiante debe tener primero la fortaleza suficiente para matar en su corazón todo sentimiento de aversión y antipatía hacia los demás. ¿ Cómo pueden los occidentales ser capaces ni siquiera de intentar esto ardientemente?
Por otra parte, los pormenores de la conducta diaria y la prescripción de no tocar ni aun la mano de las personas más íntimas y queridas, ¡cuán opuestos son a las ideas occidentales sobre el afecto y los buenos sentimientos! ¡Cuán frío y duro parece todo ello! Habrá quien tilde de egoísmo de abstenerse de complacer al prójimo, a fin de progresar uno mismo. A los que así opinen, dejémoslos que difieran hasta otra encarnación el intento de entrar fervorosamente en el sendero. Sin embargo, no consintamos que se jacten de su imaginario inegoísmo, pues en realidad les engañan las apariencias y convencionalismos basados en las emotivas efusiones de la llamada cortesía, que pertenecen a la vida ficticia y no a los dictados de la verdad.
Pero aun prescindiendo de estas dificultades, que cabe considerar como "externas", si bien no deja de ser grande su importancia, ¿cómo podrán los estudiantes occidentales encuadrarse en la requerida armonía ? En Europa y América es la personalidad tan vigorosa, que cuantos profesan las letras o las artes se envidian y aun se odian mutuamente. El odio y la envidia entre los de una misma profesión han llegado a ser proverbiales, y los hombres procuran lucrar a toda costa, hasta el punto que los modales urbanos y la cortesía social no son más que una hipócrita máscara de los demonios del odio y de la envidia. En Oriente, el espíritu de la inseparabilidad se le inculca a la niñez con tanta firmeza como en Occidente el espíritu de la rivalidad.
Allí no se fomenta la ambición personal ni los sentimientos y deseos egoístas. Cuando el terreno es naturalmente fértil, se cultiva en debida forma, de suerte que el niño, al llegar a hombre, está acostumbrado vigorosa y potentemente a subordinar el yo inferior al Yo superior. En Occidente predomina la creencia de que el principio guiador de la conducta es el gusto y disgusto que inspiren los demás hombres y cosas, aunque no lleguen a convertir dicho principio en norma de vida ni traten de imponerlo a nadie.
Quienes se quejan de haber aprendido poco en la Sociedad Teosófica, fijen su atención en la siguiente sentencia entresacada de un artículo publicado en la revista Path, de febrero de 1888:
"En cada uno de los grados, la clave está en el mismo aspirante." No es "el temor de Dios" el principio de la Sabiduría, sino que el conocimiento del Yo es la Sabiduría misma. Al estudiante de Ocultismo que ya practica alguna de las reglas precedentes, se le representa, grande y verdadera, la respuesta del oráculo de Delfos a todos cuantos anhelaban oculta sabiduría, y que el sabio Sócrates repitió corroborándola varias veces:
HOMBRE, CONÓCETE A TI MISMO.
Introdução de: OCULTISMO PRÁCTICO - Helena P. Blavatsky
Postado por FR Gemini .’.
Os discípulos de qualquer ordem se reúnem com a intenção de chegar ao conhecimento puro, e ao desenvolvimento dos "sidds", mas ocorre que, não conseguem ter sentimentos saudáveis entre si, se odeiam, se invejam, etc... e mesmo aprendendo a Doutrina, sabendo que devem eliminar esses sentimentos, parecem que são "atacados na base". Como um calcanhar de aquiles, logo onde todos deveriam se reunir para receber um impulso ( Reuniões ), os maus sentimentos e pensamentos com os "irmãos da senda" os estancam... Muito boa reflexão...
ResponderExcluirEn donde puedo saber de un maestro.
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